Aquella vez cuando sobre el río la calandria

 

La selva del litoral era un desafío pero siempre menos que la guerra que vendría…
cómo saberlo? si nuestros pies descalzos, mi amor,
bebían el perfume a lluvia tibia y los ojos se perdían en los ojos?
Abel, mi vida, te acordás? las pulseras de cintas pasto verde
estanques del Irupé, vos, loco lindo, las trenzabas en mis tobillos
y yo me sentía la Ludmila Tcherina girando en la Scala de Milán
y agitando mis pies como calandrias chiquititas
enamoradas de vos, claro, de vos… de quién iba ser, tontito…
si fue así desde siempre…

apenas te vi ese día de la excursión
a guitarra en la espalda y un libro de Benedetti
asomando del morral
entre la agitación de la tormenta y las carpas medio sueltas…

como alas verdes, verdes… volaban cuerdas de cáñamo
todo volaba… palpitaba debía decir, nomás, che… palpitaba, sí!
¡que jóvenes éramos Abel! y que lindos! como Julia y Alfonso
como la loca de Marita y el flautista de la sinfónica, sí… Edgardo!
Te acordaste, cielo? entre los cantos de las lechuzas y
las linternas parpadeantes por baja pila…(sonrío)…
Y vos, mi amor, seguías con las trenzas
y mi pelo se iluminó de flores
y el Irupé era un gran sombrero que quería copiar al sol.
Trenzas y trenzas como canales del litoral,
como deltas mi cabeza, con flores y besos de tus manos…
besos de tus manos, flaquito… sí.
Nos veo, llevábamos los vestidos claros, la lluvia repentina
y las carpas con costuras sin arreglar
era tu fuerza de voluntad, tus ojos alejando mis miedos
las lecturas en la noche bajo los relámpagos y la inundación
los besos mojados de lágrimas y cielo
la vida entera para y por entre compañeros
las otras carpas, sin fogón pero con velas encendidas
cortando la noche, amando la canción… guitarra, bandoneón…
como en los recitales, antes de los miedos… antes del apagón…
antes del uno solo por las calles…
como en los ríos de los deltas que también andan solos…
pero no es cierto…
vos lo sabías Abel, lo presentías, mi vida…(tiemblo de recordar)
por eso fuimos tanto a ver aquellos sitios… los viajes
los pájaros… la calandria, nuestra pajarita dulce
gris de la lluvia pero libre… como aclaraciones del amor.
Y como un milagro salió el sol tibiecito sobre nosotros
y las selvas y los ríos…
y los camalotes barquitas verdes, verdes…
como mis pulseritas fuertes, atadas a mis tobillos
ritos de mi corazón a vos… y allí la escuché
mirá! Abel… la calandria! de verdad… mirá!
allí… en lo alto de la rama
su canción, la mejor de todas…
silba bonita calandria… silba dando cuerpo en tu pequeñita voz
y así, sin pensarlo, todos… cantamos a coro
a Don Antonio Tarragó Ros

“¡Ay catedral verde vida!
árbol pasión del suspiro
alta regresa la muerte
viva en tu tallo florido”

Ay, querido Abel, éramos tan frágiles e inocentes como ella,
pajarita dulce dueña del litoral y de los ríos
de esta Santa Fe tan nuestra
y su río Paraná de peces dorados libres, sin anzuelos…
la calandria a nuestro alrededor, fue señal
nunca dejaríamos de ser un vuelo en este país…
costaran las lluvias que costaran, y las inundaciones,
éramos fuertes en el corazón de pueblo, sí…
dale, Abel… me dejás? te beso Abel, te beso todita el alma tuya
y te rescato mi flaco lindo… te rescato descalzo, para siempre.

© 2008 Rosa Buk

La imagen y la música en cada poema fueron elegidas por Rosa Buk, cuando los publicó por primera vez en poesiapura.com

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