Ay, de las distancias no resueltas

 

Es tiempo de aeroplanos de papel en mi cabeza
y perfume a almizcle en las salidas del stage, viento.
Es hora de abrazos con temblor en el teléfono
y besos confusos y confundidos, alma.
La vida nos dio este viaje de poemas y libélulas,
nos acercó sigilosamente (y no tanto, no creas…).
Fuimos los nombres escondidos en los codos del mundo
los amantes de las manos silenciosas tras los versos,
buscando las palabras ligeras de compromiso, pero,
que conmoción volcánica hiciera añicos las barreras.
Locos, muy locos… como cabras, vos decías…
yo podía verte sonreír y me brincaba dulce el corazón.
Mirá, Abel, ahora en mi casa suena y rueda
un piano de vinilo y de película,
como nosotros, que quizás…
digo, que quizás nos quisimos más de lo debido
fuera de tiempo, fuera de sitio.
Y, sabés? me duelen hasta los caminos que nunca…
las flores que no me enviaste, por tímido… por distraído…
los geranios que rojos caen de mis ventanas
y vos no conocés (y sin embargo siempre te embriagaron).
Ay, de las distancias no resueltas, querido mío,
tenías miedo y yo, que era buena (o tonta)
como aquellas jovencitas del barrio viejo…
dije que lo comprendía… y… hoy no estoy tan segura.
Me acuerdo las palabras que nunca te escribí
esas espontáneas en los márgenes de los libros,
qué loco! Abel, eso sí, me duele, podés creer?
más que otra cosa, porque allí estaba la historia.
Es tiempo del adiós, se está acabando el disco
voy a encender las luces de la sala (huyen los fantasmas)
la película se verá traslúcida y nosotros nos habremos ido.

© 2008 Rosa Buk

La imagen y la música en cada poema fueron elegidas por Rosa Buk, cuando los publicó por primera vez en poesiapura.com

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