Los domingos en el kilometro 30

 

Tengo en mis manos una botella de plástico verde
y en ella veo un barco de velas con banderitas de lata
velitas de papel de diario viejo, Abel, y un sol de domingo.

Inolvidables aquellos domingos que nunca más dulces, mi amor,
cuando viajábamos en ese bus dos horas hacia el kilómetro 30.
Verdad, pibe lindo, que ese lugar era un paraíso de ilusiones?
domingos especiales, militancia con matecitos bajo las parras
patios con techos de paja, palo y adobe (besos a la distraída, risas…) González Catán… escuelas de delantales blancos,
todas juntas para las tareas de expansión y guía hacia la libertad
oh, que alta me suena hoy esta frase, querido, pero
Rosita ya era maestra y profe de artes plásticas…
allí el material de descarte era la onda vital
teníamos alegrías de armar con la basura y hacerla revivir,
locura o soberbia cubierta de música tropical,
cumbia, cumbia panameña, colombiana… sones cubanos…
si, hasta la bailábamos, Abel! acordate, loco lindo! vidita mía…
bailábamos sin darnos cuenta, por bailar nomás…
ah, éramos los soñadores del tiempo que vivíamos
éramos los rebeldes con corazón de oro, con trigo en las mejillas
con barro en las manos como chocolate
éramos inmensos Abel, yo te decía
como elefantes de Dalí en el desierto…
como títeres de marote, imitando los de Podrecca…
o los de Bufano cuando jovencito… libros de arte
en los potreros de Catán… quién lo hubiera dicho?
hacer títeres… ponerles harina y agua, armarlos con ellos…
y regresar a la casa de pensión
niños de las flores regaladas
elegidas por las madres y los padres del sudor…
oh… no cabían a la vuelta en el bus
nos las daban con ramas de árbol y todo!
envueltas con esas sonrisas de pocos dientes,
esas miradas ojitos de carbón, patitas flacas… pajaritos…
Te acordás, Abel? vos eras experto goleador,
los chicos te adoraban… y claro!
el equipo de fútbol lo hacías en el terrenito de al lado
porque si no yo te mataba si nos rompían las magias de cartón…
como me gustaba verte, manos en jarra… serio…
y un silbato de plástico todo de colores en la boca,
éramos felices en esta tarea
que nos unía tanto como la lectura de los libros de Freire,
que lindos estábamos, todos, porque creíamos en la palabra comunidades
o humanidades, que era lo mismo, verdad, mi cielo?
la mirada en mañana para esos niños, paz, patria, amor.
Hacer herencia, darlo todo en pocas horas recreos de las faltas
botas de goma para el barro cuando la lluvia, barro…
tierra nuestra tambor de siglos, más tambor
con las latas retumbando, retumbando…
escuelitas carenciadas, niños de cometas, ilusiones…
espíritu de esa gente, nuestra gente en nosotros, querido Abel,
el pueblo… ellos nos daban… ay, tanto!…
unidos en la confianza a estos locos “extranjeros” de barrio,
patios de escuelas públicas, espacios del coraje
nosotros querido mío…
de besos en cada noche de domingo, diferentes, Abel…

Tengo en mis manos una botella de plástico verde
y un barrilete reciclado en el corazón.

© 2008 Rosa Buk

La imágen y la música en cada poema fueron elegidas por Rosa Buk, cuando los publicó por primera vez en poesiapura.com

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