Decime, Abel… fue en el Club, fue en ese loco club de barrio?
Ay, che, que se me queda corta la noche para recordar ese beso
ese beso… el primero de verdad, nosotros los libres de toda atadura
(quién se la creía?) nosotros que nos amábamos con un lirismo
digno de un cuadro de Waterhouse en un día de tormenta…
quizás fue en el club, en el Social Los Andes… el de Munro…
sí, estoy segura porque este disco de Los Platters me hace llorar,
y si no por qué me iba a hacer llorar, me querés decir?
No, no seas tonto, hasta en los recuerdos te veo… perfecto…
estás torciendo los bigotes y se te caen los anteojitos Lennon
ves? como siempre! se te resbalan de la nariz,
te veo Abel, y no puedo dejar de pensar, sola, y sentirte cerca…
a vos que me llamabas la Rosita de los gatos de Renoir
o la mademoiselle Rivière del viejo Ingres, con carita de ángel…
Los libros los habíamos dejado todos apilados
ahí, por el piso de madera de la casita azul,
sí… la de Palermo, y nos rajamos, campera en mano
por si refrescaba (una tara que me había quedado de la vieja,
mi linda viejita que me cuidaba como un sol) lo recuerdo, mi amor,
nos fuimos, nos escapamos del naturalismo romántico inglés,
nos fuimos de la arquitectura de Le Corbusier, de Xul Solar…
nos desmantelamos la cabeza de Hegel y de Sebrelli… de todos!
Y nos encontramos tomando el 41, el azul, como chiquilines
buscando el beso, que no fue en el bus (aunque ganas no nos faltaban)
no, Abel…acordate fue en plena pista del Club Los Andes
y cuando fue, vos y yo habíamos escalado no el Aconcagua, no…
habíamos escalado un corazón entero de nuestras vidas.
© 2008 Rosa Buk
La imagen y la música en cada poema fueron elegidas por Rosa Buk, cuando los publicó por primera vez en poesiapura.com