Noches de Cinemateca

 

Nosotros en aquellos años teníamos un metejón, bueno,
al principio era mío, Abel, sí, hasta que te “contagié”… y te prendió fuerte, eh?
te hacías el distraído y que lo hacías por mí, bah!, sonrío
mientras escucho este tema de Amarcord…(vos lo admirabas en secreto)
el viejo Fellini nos miraba desde la pantalla cuando hacía sus pasaditas de extra,
jugábamos a descubrirlo… genial…
en el café éramos insoportables, todos lo decían, por los besos
y por ser tan hinchas de las noches de cinemateca
en el club de barrio de Flores, el mejor de las clandestinas…
allá, oculto en la calle José Bonifacio, como si lo viera el lugar…
vereda angosta con baldosas amarillas, malvones en las ventanas…
y en la puerta de entrada, madera descascarada con afiche milenario…
el grupete de siempre, el Chilo con su pipa
y la dulce Juana de los ojos saltones, la de la feria de San Telmo…
en reparto de sombreros antiguos, chaquetas de pañolenci
anteojitos de vidrio azul, estábamos todos, los locos de la viola
y los fanáticos del último concierto de Claudio Arrau,
qué mezcolanza, querido… te acordás?
todos amantes de Fellini… bueno, menos vos Abel… yo fui la culpable
de llevarte al antro más under de la ciudad, sonrío recordando…
Ay, me querías matar, se te notaba en la manera de abrazarme
no porque fuera fuerte, no… querido… todo lo contrario… ahora lo sé,
me amabas con todas mis apasionadas salidas y corridas, también,
tomados de la mano como pájaros (qué inocentes éramos, qué lindos!)
íbamos por esas calles de un Buenos Aires que gritaba libertad
en sus salas de cinemateca, esos sitios hoy… no sé…
existen? sin las sillas de madera y paja, seguramente,
sin la pantalla de tela almidonada en la pared, cine con costuras…
vos te reías de mí que protestaba cuando el corte, y la luz.
Bueno, mi amor, es que yo era la Rosa púrpura de El Cairo, era la Gelsomina…
eran las noches de Cabiria, no, no la de D’Annunzio…
la de Federico de Cinecittá, y vos mi Marcello Mastroianni…
vos mi Abel de película y de la vida, vos mi amante inolvidable.
Fundo mi recuerdo para siempre en estas palabras, que prosa o versos…
no lo sé…que sí mi corazón es en directo, que sí mis ojos de agua…
por vos, por la belleza de lo vivido,
por lo que nunca me arrepentiré, y porque volvería a repetirlo.

© 2008 Rosa Buk

La imagen y la música en cada poema fueron elegidas por Rosa Buk, cuando los publicó por primera vez en poesiapura.com

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