Cuando las palabras prohibidas y las ganas de cantar

 

Con mi copa de vino en soledad, así me quedo, lejana de todo…
y enciendo un cigarrillo que no fumo… ya sabés,
te lo prometí Abel, y yo te cumplo flaquito… aún hoy, sí.

Me decías que te había enseñado a regalar,
y a hacer los paquetes… que cosa más linda, che! si era tan simple
bueno, para mí, Rosita artesana… Rosita Flor, como me susurrabas…
dale! si era nomás pedir cajas al zapatero, sí, a Don Pedro
y vestirlas de nubes de papel, muchas nubes
hacer las cajas abiertas libres de toda presión…
allí no, allí la magia…
envolvíamos caracoles, más papelitos con versos, y otras joyas…
sí, daban ganas de hacer las cosas como si para siempre…
eso era dar el amor en cada gesto, y tan livianos…
aprendimos a decir te quiero sin barreras, sin murallas…
total el resto estaba intoxicado de literatura barata, innombrable
de noticias falsas, y la “música” en la radio eran marchas de redoblantes…
quizás eran mis dibujos en la pared los que te hacían soportarlas…
los ves mi amor? son pajaritos saliendo de tu boca,
ay, tu boca… llena de los besos míos
pajaritos como cantos libertarios escondidos entre los dientes
Abel… Abel… tu voz se me pierde Abel, dónde estás?
querido, mi querido…
dónde se tomaron tus manos a los puentes de partir?
dónde se cansaron tus ojos de decirme lo que no me decías?
Las ganas de gritar sobre el Obelisco de la 9 de Julio
y pasar como alambristas sin temor, y cantar, y cantar…
en las colinas de los hombros estaban tus Inti Illimani, tus Quilapayun
los cosechabas con sus canciones viejas, nuevas…
ellos no iban en caja de regalo… imposible,
los llevabas en tus cuevas de las axilas así nadie los veía…
y los nombrabas bajito, debajo de las sábanas,
por si las paredes tenían huecos malos, como cucos negros,
por si las huellas de los gatos tenían señales de afuera
es que tengo tanto miedo de no recordar yo, sabés?
ay, se me cae la cara de vergüenza,
mejor dicho se me cae el almita de dolor
por haber roto todas las fotos, de los otros, mi vida, en las fotos
por no haber podido guardar nada… nada, Abel…
y las palabras prohibidas se fueron
despacito por los fondos de los ríos de la memoria,
por los fondos fangosos de los ríos cubiertos
con ellos, con Alfonso, con la Rita y Guadalupe…
(no puedo hoy, creo que no puedo…)
lloro bajito como vos cuando cantabas, me cantabas…
ay, te estoy escuchando querido, lo lograste mi Abel, lo lograste!
y yo… amor mío, no puedo más si no te vuelvo a ver…
por eso estos gritos míos que ya no escribo en las paredes
en las paredes de las murallas que no debíamos,
y quiero, mi amor, que cantemos juntos a Don Guillén
a nuestro amado Nicolás de Cuba, quiero sí
que cantemos vos y yo, y todos los que fuimos en ese tiempo
y todos los que quieran cantar tomándose de las manos…

“Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.”

y bebo, ahora sí, mi copa de rico vino de Mendoza y brindo, Abel,
para que nunca nadie se atreva otra vez a morirme a mí, vidita,
y dejarme sin tus brazos fuertes de piedra buena,
de muralla buena, e increíblemente blanca.

© 2008 Rosa Buk

La imagen y la música en cada poema fueron elegidas por Rosa Buk, cuando los publicó por primera vez en poesiapura.com